lunes, 21 de marzo de 2011

Epílogo del vencido

Pudo el miedo arrasar con todo lo que tuve.
Pudo al fin dejar mi piel ajada,
vacía mi alhacena,
arrancadas de cuajo mis incipientes alas.

Quedó mi risa en nada,
desesperada y quieta la mirada,
rajada la garganta,
desparramado el llanto,
muerta el alma.

De los restos de aquello apenas queda nada,
ni el jaleo de los niños,
ni la humeante sopa de la abuela,
ni la camisa limpia,
ni el beso de la madre para que nada duela.

Un silencio rotundo,
un temblar de labios,
un cerrar los ojos,
un oler a muerto.

Si,… al final pudo el miedo.

sábado, 19 de marzo de 2011

El efecto mariposa


“Una vez hubo una brisa que lo sanaba todo, que lo limpiaba todo. Un suave agitar de alas desde el confín del mundo, sobre los mares y las montañas, sin obstáculo alguno que parara su curso. Todo cuanto tocaban sus frágiels dedos brillaba como el oro.”

Hablemos del ayer. Del viento, de la calle. De la bendita fuga de los ojos dormidos, de la callada sombra que los abrigó un día y de la cual nunca más supimos nada.

Hablemos del nacer de las ideas, del valor de las cosas sencillas, de los abrazos muertos, del silencio desatado...

De los días largos y tediosos. De la acera infame en la que no cabe el hombre. De los niños perdidos en el pozo del miedo..., de la madre que maldice su propia supervivencia.

Pero las calles muertas no pueden respondernos, porque los adoquines permanecen, aunque desgastados, inertes. Las plegarias rebotan en los muros de las iglesias y en las plazas, útero de nuestras ideas, no hay mas murmullos que el de voces vacías y secas.

“¿Que fue del batir de aquellas alas? ¿Cuando dejó de vibrar el corazón que todo lo latía?”

Allí donde el hormigón se ha hecho fuerte, donde las vigas de acero amordazan el sueño de las almas, los niños no salen a la luz por miedo a ser mirados y las risas de las muchachas prefieren el vacío de la noche.

Los perros y gatos no encuentran donde lamer sus heridas y transitan buscando el dueño que los abandonó un mal día, para acabar podridos en las cunetas. Los gorriones, antes símbolo de libertad, son gaseados en sus propios nidos. Las palomas mueren atropelladas sobre el grasiento y maloliente asfalto. Las gaviotas rebuscan desperdicios en los vertederos y se estrellan contra los cristales de los edificios.

A los viejos, verdadera fuente de sabiduría y amor incondicional, se les destierra tras bloques de ladrillos sin que podamos siquiera saber que fue de sus vidas, o de sus muertes...

Ésta ciudad ha parcelado el alma de la gente, ha puesto precio a cada recuerdo en ella, ha contaminado hasta el lecho de los pobres, que ni bajo los puentes resisten la contienda.

¿Qué haremos para seguir malviviendo entre la grava y el polvo de tanto hastío? ¿Como podremos quebrar la capa de tóxico cemento que cubre nuestra mente? ¿Quién vislumbrará la luz del otro lado e ideará el plan de fuga? ¿Quién habrá permanecido lo suficientemente vivo como para estar dispuesto a salir de aquí?

“ ¿Es aún posible el efecto mariposa?”



viernes, 22 de octubre de 2010

Agujero negro.


Todo cuanto veo y siento es ficción, me lo he inventado para vivir y contar mi historia. Así, de ésta forma tan pueril justifico mi existencia. Dentro de mi cabeza suceden horribles venganzas y suaves caricias, a la vez..., simultaneamente. Y por alguna razón he decidido pensar que lo que me sucede es diferente. Tal como Alicia, atravieso mi espejo.

Allí crecen los árboles, se arrasan bosques, nacen amores y se rompen promesas. Se alargan las esperas y se provocan miradas para ver alejarse nuestra espalda. Nacemos para desaparecer en ese mismo instante. Nadie nos recibe al llegar y nadie nos despide al partir.

En mi mente los ríos y las montañas son arrugas del rostro de una anciana a la que nada le importa el paso de los años. Yo conocí a esa vieja, hablé con ella una vez en otra vida. Su nombre quedó grabado en mi memoria pero no consigo recordarlo. Quizás algún día, en algún sueño...

Dormir eternamente. Si, eso quisiera, y no soportar jamás ésta realidad inventada, mascarada del sueño de unos pocos a los que nada les importa que me sienta perdida en mis propios recuerdos.
Abro los ojos y miro a mi alrededor. Se derrumban los castillos y emergen abismos como crueles centinelas de lo que siempre nos espera al despertar. Ningun cuerpo que nos acomode en su regazo, ninguna voz suave que nos susurre al oído cuanto nos ama.

¿No os habeis parado a pensar que todo ésto es en realidad fruto de la endemoniada y delirante idea de alguien?

Cuando dormía y a veces incluso antes, me escapaba a otro sitio que no era mucho mejor, por eso durante mucho tiempo me negué a soñar. La realidad no da muchas opciones. Te frustra, pero no te hace sentir culpable. 

Ahora no. He decidido abrazar el destino que me espera al otro lado del umbral. Ahora anhelo los momentos para adentrarme en los abruptos mundos subconscientes. Encontré en ellos las mas placenteras sendas que conducen a la nada. Y he descubierto que la nada lo es todo, porque todo lo absorbe, todo lo concentra.

Nada es mas pleno, mas completo, que el agujero negro de la mente.


lunes, 11 de octubre de 2010

Ofrenda de Otoño.


Con el Otoño llega a su fin la recogida de la cosecha y damos gracias por lo que hemos recibido. A partir de ahora la noche conquista al día. Es un momento oscuro propicio a la reflexión. Toda la abundancia queda atrás.

Unos pueblos celebran la vendimia, otros la acción de gracias. Con un muñeco hecho de maíz, se agasajaba al espíritu de la tierra, para ser quemado y sustituido al año siquiente. Los druidas ponían manzanas en túmulos funerarios para honrar a sus muertos. Nosotros celebramos el día de los difuntos y otros paises el famoso halloween.

Para renacer tenemos que morir. Que cada uno haga su ofrenda.

A los campos, a los árboles
a todo lo que ahora muere.
Para que lleguen las nieves,
los frios vientos, las lluvias.
Que todo lo que hoy es estéril 
traiga nuevos sueños en primavera.

Haced vuestras ofrendas...

¡Feliz Otoño!

domingo, 10 de octubre de 2010

Lo que Blondy desconoce.

Blondy me mira y mueve el rabito. No entiende de nada. Ahora sabe que voy a sacarla a la calle, por eso se sienta y agacha la cabeza para que le ponga el collar y la correa.
Camino con ella por la acera hasta que llego a la zona donde hay campo. Allí la suelto y corretea como si fuese la primera vez que ve la hierba. Como ya he dicho, no sabe nada, pero a la primera que me descuido coge Las de Villadiego.
Yo también lo haría, pero la correa a la que me atan es muy fuerte y no la aflojan nunca.  Aunque estoy en ello.